Boyacá con ruana y sombrero protege su suelo

Un recorrido por los conflictos socio-ambientales y los impactos de la minería en nuestro territorio

PARADA 1: La iniciativa.

¿Cuáles son los principales conflictos ambientales en Boyacá? ¿A quiénes involucran? ¿Qué afectaciones a nuestros territorios, ecosistemas y a nuestra cultura podemos esperar en unos años? ¿Qué podemos hacer como sociedad civil para no repetir la historia trágica, tantas veces advertida por las poblaciones casanareñas?

Con el ánimo de responder estás preguntas y generar nuevos debates, el 28 y 29 de marzo de 2014, con el apoyo del Centro de Investigación y Educación Popular CINEP http://cinep.org.co/, nos reunimos organizaciones sociales, colectivos, medios de comunicación e instituciones educativas, en una misión de reconocimiento del territorio llamada “Boyacá con Ruana y Sombrero Protege su Suelo”.

Planteamos un recorrido por algunos de los proyectos extractivos más impactantes de la región: la Mina de Carbón a Cielo Abierto “Palmarito” a cargo de Carbones de los Andes S.A, ubicada entre los municipios de Pesca y Rondón. El Bloque de exploración y explotación petrolera MNORTE a cargo de la francesa Maurel et Prom, que se extiende por toda la provincia de Sugamuxi y sobre los alrededores de la laguna de Tota; y la zona oriental del municipio de Paipa afectada por la minería legal e ilegal de Puzolana y que ya empieza a ser explorada por la canadiense Maple Minerals para la explotación de Uranio y otros metales como hierro y plata[1].

"Fue el principio de alimentar el que nos convocó. Alimentar procesos, sueños, ideas, proyectos y alternativas, pensados desde y para la pacha, para la madre, para la tierra, para ese ser que nos vio crecer, nos reprodujo y nos mantiene en el territorio. Un territorio privilegiado con paisajes altoandinos, con ecosistemas que favorecen la producción de todo tipo de alimento, con gentes que aún confían en la palabra y mantienen relaciones muy andinas con el lugar donde viven, con el agua, con el sol, con la luna, con el arco, con las estrellas, con los mohanes y duendes…"

Parada 2: la problemática.

Quizá para muchos lectores enterarse de proyectos extractivos en el departamento de Boyacá resulte toda una novedad, y de hecho lo es. Pese a que contamos con la vieja y oxidada industria de Acerías Paz del Río, que tras su resplandor solo nos ha dejado sueños rotos y el saldo ambiental más antiguo del país, lo cierto es que Boyacá siempre ha habitado en nuestras memorias como un apacible lugar, cuyos cultivos pintan el paisaje aquí y allá con todas las variedades del verde.

Vale entonces comentarles que durante los últimos 10 años hemos vivido una transformación sistemática y agresiva de nuestro territorio. De la mano de la "locomotora minero-energética" Boyacá cuenta hoy con más de 1500 títulos mineros y 52 bloques para la exploración y producción de hidrocarburos. La minería de carbón, de puzolana, la sísmica exploratoria, el Fracking, o la minería de Uranio se han convertido en una problemática cotidiana que cada vez con más fuerza amenaza nuestra salud, tranquilidad y futuro.

Esta transformación está generando varios efectos como el desplazamiento de poblaciones campesinas, la interposición de intereses ajenos para planificación del territorio, la ruptura de las dinámicas de mercado agrícolas, el descuido premeditado de gobernadores por el sector agropecuario, la pérdida y destrucción de importantes ecosistemas productores de agua, la puesta en peligro de varias especies animales que habitan en los corredores ambientales paramunos, la pérdida de nuestro legado cultural y la destrucción de nuestro patrimonio histórico y arqueológico, el decaimiento de otras alternativas económicas importantes en la región como el ecoturismo, la presencia de actores foráneos que generan conflictos en las poblaciones, etcétera, etcétera.

La situación resulta aún más preocupante si tenemos en cuenta que el departamento es un territorio estratégico para la conservación de la biodiversidad y el agua: allí se acuna el Lago de Tota, cuerpo hídrico más grande del país, así como 600.000 hectáreas de páramo agrupadas en cinco complejos paramunos[2], es decir que el 12% de los ecosistemas paramunos que hay en el mundo se alberga en nuestro departamento. Además tenemos el Parque Nacional Natural Nevado del Cocuy y Parque Nacional Natural de Pisba, los Santuarios de Flora y Fauna de Iguaque y Guanentá – Alto Rio Fonce, así como más de diez Reservas Naturales de la Sociedad Civil. Dada sus características fisiográficas y su ubicación, el departamento alimenta a cinco cuencas hidrográficas: Río Magdalena, Río Suarez, Río Chicamocha, Río Arauca y Río Meta. Los boyacenses llevamos cientos de años habitando este territorio y hemos desarrollado miles de estrategias culturales para adaptarnos a él, nuestras vidas, nuestro pasado y nuestro futuro están íntimamente ligados a este paisaje y a su riqueza hídrica.

Ahora bien, ante la crisis mundial alimentaria y por acceso al agua, surge la pregunta sobre el destino de un territorio como el nuestro ¿Realmente estamos dispuestos a destruir nuestros territorios para privilegiar el beneficio de unas cuantas empresas y familias prestigiosas? ¿Cuál debería ser el destino que debe dársele al recurso hídrico? ¿Pondremos en riesgo el abastecimiento humano para beneficiar el abastecimiento industrial? ¿Desde una perspectiva a futuro, es importante para el país conservar esta región como reserva biológica y agroalimentaria? ¿Cuenta Boyacá con el potencial para pensar y poner en marcha alternativas de desarrollo diferentes al extractivismo?

PARADA 3: MINA DE CARBÓN A CIELO ABIERTO “PALMARITO”

De esta manera, el viernes 28 de marzo organizaciones sociales, medios de comunicación, pobladores locales y el CINEP, salimos desde Duitama hasta la mina de carbón a cielo abierto “Palmarito”.

La ubicación de esta explotación es insólita; para llegar a ella es necesario atravesar varios kilómetros de páramo y otros más de bosque de niebla altoandino. En el camino, la laguna de Pantano Grande motivó a una primera parada en medio del maravilloso complejo de páramos Tota-Bijagual-Mamapacha, esta laguna no solo acuna a cientos de frailejones que superan los dos metros de altura, sino además surte de agua a los 9000 habitantes del municipio de Pesca.

Veinte minutos después de la laguna y treinta minutos antes de la mina, le pedimos permiso a un gran abuelo Gaque, que desde la orilla de la carretera presencia la paulatina destrucción de su entorno. Obtenido el permiso simbólico, seguimos hacia la mina más enigmática de nuestro territorio, no por lo que se quiere explotar, sino por sus dueños, socios y lugar de explotación.

Una vez alcanzados los 3.300 msnm empezamos a descender ligeramente hacía el bosque de niebla alto andino. En la medida en que nos adentramos en la espesura del bosque nos resulta aún más increíble imaginar que aquí puede existir una mina a cielo abierto que aspira a abarcar casi 2000 hectáreas. Sin embargo, allí está, en medio del bosque que da nacimiento a varias quebradas y riachuelos que van a dar a la cuenca del río Lengupá y de allí al Río Meta (estamos justo en el inicio del piedemonte llanero, cuya deforestación causó la tragedia ambiental del Casanare hace unos días).

Es imposible no conmoverse al ver el contraste entre un bosque espeso lleno de vida y una montaña negra y fantasmagórica, que ha sido despojada de su cobertura vegetal y a cambio solo nos ofrece un paisaje negro, en donde aún se asoman las raíces de miles de árboles que han sido aserrados en los últimos meses. Es imposible no temblar de terror al percatarse que esta desolación es tan solo la fase inicial de este proyecto, del cual se espera produzca un millón toneladas de carbón durante 25 años, carbón que será extraído por la carretera que atraviesa el páramo.

Es imposible no indignarse al hablar con los representantes de Carbones de los Andes S.A, que con cinismo afirman que su actividad no afecta al medio ambiente, sus permisos están en regla ante CORPOBOYACÁ y que el impacto es mínimo pues, según ellos, esto es una zona de potreros ya degradada hace tiempo. Se atreven a decirlo con el murmullo de la selva andina como telón de fondo…

¿Quiénes son los responsables de este proyecto? ¿Cuáles son sus verdaderas intensiones? ¿Quién les otorgó permiso para ponerlo en marcha? (Clic aquí para mayor información sobre el proyecto y la empresa).

A pesar de lo manifestado por Carboandes, y una semana después de nuestro recorrido por su nefasto proyecto, la Corporación Autónoma Regional de Boyacá (Corpoboyacá) ordenó el cierre inmediato de la mina, por cuanto la licencia ambiental había caducado y porque fueron encontradas serías irregularidades en el desempeño ambiental del proyecto (vea aquí la noticia: http://www.eltiempo.com/colombia/boyaca/mineria-en-rondon-boyaca_13778100-4). Para el Colectivo esto es una muestra suficientemente clara de los impactos criminales de este proyecto sobre nuestra biodiversidad y nuestra agua, razón por la cual hoy más que nunca nos sentimos alentados a seguir defendiendo con ruana y sombrero nuestro suelo del desarrollo arrollador. Pero nos queda una gran inquietud: ¿Corpoboyacá permitirá que se renueve esta licencia ambiental a favor de Carboandes para que continúe arrasando nuestra preciada naturaleza? Estaremos más que atentos para garantizar que nuestro territorio no siga siendo depredado con el beneplácito de las autoridades ambientales, tanto regionales como nacionales.


[1] Para mayor información sobre la situación del municipio de Paipa puede consultar: http://www.periodicoeldiario.com/index.php/noticias/56-secundarias-2/5574-comunidad-paipana-denuncia-explotacion-y-mineria-a-cielo-abierto

[2] Cocuy (271.033 has); Pisba (106.243 has); Tota-Bijagual-Mamapacha (152.498 has); Guantiva-La Rusia (119.75 has); Iguaque-Merchán (28.311 has).